martes, 15 de junio de 2010

La dura vida del maestro interino: capítulo tercero, la vida fuera del cole


Ya estamos en el tercer capítulo de las andanzas del maestro interino, y hoy hablaremos de la vida fuera del cole.

Sí, fuera del cole, porque el trabajo como interino (como comentamos en anteriores capítulos) condiciona tu vida, dentro y fuera del aula.

Pongamos por caso una maestra interina destinada (por un tiempo, como sabemos, indeterminado) en un pueblo a unos 200 km de su residencia habitual.

Hablemos del pueblo: un pueblo cercano a la ciudad y a la costa, pero sin un fácil acceso a la misma, es decir, sin transporte público de ningún tipo; con una población de 3000 habitantes aproximadamente, la mayoría de los cuales viven en urbanizaciones alejadas del centro educativo. Lo que es el pueblo, 4 calles, un bar, y un ultramarinos. Media de edad de los habitantes (sin contar las urbanizaciones): 70 años. No exagero.

Hablemos de la maestra: interina (primer año, o para ser más precisos, primeros meses), con pocos recursos y sin vehículo propio.

Si la maestra descrita es destinada al pueblo comentado, ¿cuál es el resultado?

ABURRIMIENTO, como véis, con mayúsculas y en negrita. Y os cuento por qué.

Porque cuando sales del cole a las 5 de la tarde (o a la hora de comer, si estamos en junio) te vas a casa. A tu fría y solitaria casa de alquiler. Sin más compañía que la televisión y el portátil. Perdón, y los insectos que se cuelan por la ventana.
No puedes hacer nada. Estás prisionera. No puedes salir a pasear por el pueblo, porque sería como dar vueltas a una misma manzana. No puedes ir a la playa, aunque la tengas a menos de 10 minutos en coche y tampoco a la ciudad. No puedes salir a tomar algo, pues sólo hay un bar de borrachuzos en la calle de al lado. Ni siquiera ir a comprar. Y lo peor no es que no puedas hacer todas estas cosas, sino que no tienes a nadie a quien contárselas; porque dadas las características del pueblo, ningún compañero del cole vive en él, y cuando toca la sirena "ponen pies en polvorosa" y se largan de allí, dejándote sola y desamparada.

Ante todo esto, algunos pensarán: qué suerte! así no te distraes y tienes todo el tiempo para estudiar. Pero se equivocan, de suerte nada, porque:

- Es necesario relacionarse, tener vida social, caminar, salir... para sentirse bien con uno mismo y tener fuerzas para estudiar.
- No hace falta tener mucho tiempo para estudiar, lo que hace falta es saber organizarse.

Y creo que con todo esto os podéis hacer una idea de cómo es la vida del maestro interino, en este caso fuera del cole. Continuaremos en el próximo capítulo, donde abarcaremos el asqueroso mundo de las oposiciones.

Pdata: gracias a Dios, o mejor dicho, gracias a un durísimo trabajo, a día de hoy ya no estoy dentro del colectivo de interinos, como comentaré en el próximo capítulo. Pero seguiré describiendo y mostrando a todos cómo es de dura la vida del maestro interino.

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